Y después de «la tormenta» llegó la calma. Llegó a la Plaça
d'Espanya, punto de concentración de un amanecer caliente, ajeno al
bullicio de horas atrás. Pasadas las 6.30 horas comenzaron a llegar
los primeros grupos que, ya de forma tranquila y sin prisas, se
sentaron en torno al chocolate caliente y las ensaimadas. Mientras,
en las Avenidas continuaba el ir y venir de los coches, arrastrando
la noche hasta el amanecer.
Chicos trajeados "muchos ya sin corbata o pajarita" y la pérdida
del glamour de tirantes y escotes a primera luz del día,
compartieron espacio en un desayuno ya tradicional. El extrarradio
se quedó desierto y la lluvia no sorprendió hasta ya amanecido el
día.
Mientras los más trasnochadores continuaban disfrutando de la
última noche del año, los servicios de limpieza iniciaron su
trabajo. A las 4.15 horas la Plaça de Cort ya estaba impecable y
poco más tarde EMAYA intervendría en sa Llonja o el Passeig
Marítim. Con la llegada del día también llegó la imagen típica de
una noche de excesos: basura, contenedores llenos, calles vacías y
cansancio. El Terminus, Món, Cristal y 1916 se convirtieron en el
último punto de encuentro de la noche más larga del año. Una noche
en la que se echaron a faltar más taxis en circulación y actuó de
forma eficaz el servicio de limpieza.
Tan sólo quedan 364 días para volver a empezar.
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