El Grupo de los siete países más industrializados "y ricos" del
mundo se llama G-7. Dado que Rusia no puede ser orillada en el
primer plano mundial, el grupo es el G-7 más Rusia, o sea el G-8.
De su reunión en Petersberg, cerca de Bonn, ha salido un acuerdo
para aceptar condiciones que lleven al fin de las hostilidades en
Yugoslavia. Se trata, por tanto, de dar un papel preponderante a
una Rusia arruinada, con un Ejército oxidado y nóminas pendientes
de cobro, y una potencia reducida a la imperiosa necesidad de
recibir ayuda de los siete para ser octavo e invitado a la mesa de
los ricos.
Pero como de lo que se trata es de acabar con esta guerra, se
acepta el papel de Rusia y se decide que las hostilidades
terminarán cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, que fue un
cero a la izquierda a la hora de decidir los bombardeos, acepte
tutelar el plan de paz, consistente en que Milosevic retire sus
fuerzas militares y paramilitares de Kosovo, en una operación con
presencia militar de la ONU, con la fuerza militar de los Estados
Unidos y la protocolaria de Rusia.
La solución final, sin embargo, es la que ya se propuso en
Rambouillet: respeto a la autonomía de Kosovo, integrada en la
federación yugoslava, retorno de los deportados y paz final. Pero
sería interesante conocer la opinión de Milosevic "la de China se
ha pedido porque tiene el derecho a veto en el Consejo de Seguridad
de la ONU" y si, en todo el plan se decide que el asesino, el
dictador, el genocida, el tirano, se quede en su trono de Belgrado
o reciba su merecido.
Bien estaría que los kosovares recuperaran sus haciendas y sus
derechos, volviendo a sus casas en paz, pero dejar a Milosevic tan
tranquilo, como a Sadam Husein, por ejemplo, no sería cerrar el
conflicto ni con éxito, ni con esperanza.
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