Los candidatos a la Alcaldía de Inca estuvieron ayer respaldados
por los respectivos candidatos a la Presidencia del Govern balear
aprovechando la cita del mercado de Inca. Jaume Matas, Francesc
Antich, Pere Sampol, Maria Antònia Munar y Eberhard Grosske se
pasearon por las calles de la ciudad repartiendo promesas y
pidiendo el voto.
El PSOE y el PP habían instalado su mesa electoral en la plaza
del ayuntamiento. Los socialistas, con Antich y Francina Armengol
al frente, repartieron 2.400 claveles, incluso a las personas que
ya venían del chiringuito del PP, que se encontraba a escasos diez
metros de distancia. Pere Sampol, del PSM, estaba tomando café en
un bar de la plaza y en el momento que cogió los cajones repletos
de alfabegueres fue abordado por una multitud que en menos de un
minuto le dejó con la caja vacía. Las personas que se quedaron sin
maceta eran consoladas por los candidatos nacionalistas. La número
dos de Inca, Xisca Vives, aseguraba a los huérfanos de albahaca que
no se tenían que preocupar porque los candidatos estaban
recorriendo todos los hogares de la ciudad para que nadie se
quedase sin su alfabeguera.
Y es que todas las personas que se paseaban por el mercado
querían algo, incluso los turistas, que llegada la época estival
comparecen en masa al mercado semanal de Inca. No sabían muy bien
qué se repartía, pero se arrimaban a las mesas, curiosos, por si
caía algo. Otros visitantes del mercado hacían ascos a las sonrisas
y ofrecimientos de los políticos, por considerarlos «una
beneitura». «Un bon berenar, mos haurien de donar», exclamaba sobre
las 10 de la mañana un hombre mayor.
La mesa del PP estaba repleta de caramelos, bolígrafos, lápices
con goma de borrar incorporada, globos... El potencial votante, al
acercarse a la mesa y coger uno de estos objetos, ya tenía al
candidato Rotger colocándole una pegatina en el pecho. La misma
persona, con toda la parafernalia popular, era abordada instantes
después por los «claveleros» del PSOE, que no soltaban la flor si
no se cogía también el correspondiente programa electoral. También
se repartían mecheros rojos, que algunos pensaban utilizar «para
quemar al PP». Uno de los candidatos socialistas se sorprendía de
la picaresca de alguna que otra mujer: «Es que he visto a una que
ha ido pidiendo un clavel a cada uno de nosotros».
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