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Diana descuelga de una de las paredes de Flor de Lis el retrato del conde de París, hecho en Francia, en 1972. «Entonces iban bien las cosas en mi familia, pero a partir de ese año empeoraron». La duquesa mira su reloj de pulsera: «Son las once y todavía mi hermano Henry no me ha telefoneado para darme la noticia. Tampoco lo ha hecho mi madre».

"A lo mejor le buscan en otro lugar...
"Toda mi familia sabe que estoy en Mallorca desde hace una semana. Además, todos saben dónde encontrarme, ya sea a través del móvil, el fax o Internet. Además, mi hermano me llamó a casa, a Mallorca, el sábado, 19, diciéndome que «papá está un poquito mal; está en coma». Yo le pido que me siga dando noticias, pero éstas no llegan. Tratando de hacer tiempo, pues habíamos decidido ofrecer la misa por mi padre, me pongo a ver la boda por televisión y, casi al final, escucho que el comentarista, Friederich Mitterrand, dice que si hoy es un día feliz para la familia británica no lo es para la francesa, pues ha fallecido el conde de París. Yo me quedé con la boca abierta, sin saber qué hacer o decir. Entonces llamé a mis amigos periodistas franceses, y ellos me contaron que el conde había muerto a las 11 de la mañana.

"¿Y por qué cree que no la llaman?
"Porque ellos me quieren hacer de lado. ¿Por qué? Porque el duque y yo formamos una familia muy unida; porque me quieren en España, en Francia y en Alemania.

"¿Qué recuerdo guarda de su padre?
"De mi infancia en Portugal, muy buenos. Pero desde hace 22 años no ha hecho más que estropear la familia. Lo tenía todo: belleza, glamour, dinero, nombre, inteligencia... y todo eso lo ha destrozado.

"Vivía separado de su madre, ¿no?
"Mamá dice que no. Pero vivían separados.

"¿Qué hará Henry?
"Mientras mi padre vivió, no era nadie. Ahora querrá ser el conde de París.

"¿Qué va a hacer usted?
"Regresar a Alemania, reunir a toda mi familia y viajar a París, al entierro, a pesar de que no hemos sido invitados a asistir. Luego regresaremos a Mallorca.