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Con un lleno a rebosar, Ciutadella vive estos días las Festes de Sant Joan en las que la solemnidad y la algarabía popular van de la mano, en una fiesta que se celebra sin interrupción desde hace siglos.

Aunque la fiesta propiamente dicha empezó ayer, cuando el fabioler, Sebastià Salord, que hace diez años viene desempeñando ese cometido, llegó montado en 'sa somereta' al domicilio del Caixer Senyor, Simó d'Olivar i Vivó, para pedirle permiso para comenzar el 'Replec', es decir, la formación de la 'Colcada', puede decirse que la noche anterior supuso el preludio perfecto, puesto que al compás del pasodoble «España Cañí», interpretado por una divertida y anárquica orquesta, se realizó un pasacalles, de 'fogueró' en 'fogueró', que animó aún más al ya de por sí animado gentío que llenaba las calles.

La crónica de la fiesta oficial es casi un calco que la del año anterior, puesto que la mayoría de los protagonistas principales, al haber sido elegidos por un bienio, son los mismos. Éste es un protocolo que data del año 1843 para conmemorar la defensa de la ciudad en 1558, y que da carácter a la fiesta tal como hoy se conoce. El Ajuntament estableció la Junta de Caixers, en cuyo seno están representados todos los estamentos de la antigua sociedad ciutadellenca: nobleza, clero, artesanos y payeses, representados por el Caixer Senyor, el Caixer Capellà, los Caixers Menestrals Casat i Fadrí, y Caixers Pagesos. Los actos que ayer se celebraron cumplieron con el estricto protocolo que proporciona al Caixer Senyor el mando máximo. Después del acto en que Simó d'Olivar i Vivó concedió la licencia al fabioler para que pudiera hacer el 'Replec', una vez concluido éste, con la reunión de los Caixers Fadrí, Casat y Pagesos, el fabioler volvió a pedir permiso para ir a recoger la bandera al domicilio del Caixer Casat, de la que hizo entrega la esposa de éste.