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No rotundo a un Moll Vell «mastodóntico». Esa fue la opinión unánime de entidades, organismos y diversas personalidades de la sociedad balear sobre los proyectos de remodelación de esa zona, que en los próximos días saldrán a exposición pública. Las críticas principales se centran sobre el impacto paisajístico que una obra de esa naturaleza puede tener sobre la catedral de Palma. Las entidades ciudadanas GOB y ARCA se han pronunciado radicalmente en contra de la posibilidad de que la remodelación del Moll Vell de Palma suponga la construcción de nuevos espigones en la zona de la escollera, justo delante de la Seu. En general, las personas consultadas por este diario calificaron de «absurdo total» la posibilidad apuntada en algunos proyectos de ampliar la zona de carga y descarga enfrente de la catedral, como Bartomeu Sitjar, ex presidente de la Junta del Puerto de Palma y ex decano del Colegio de Abogados de Balears. Sitjar se mostró partidario de construir otra instalación marítima de carga y descarga «en un lugar apartado», señaló, ya que a su juicio «el puerto de Palma no debe crecer más, al contrario, debería preservarse para albergar únicamente al tráfico de cruceros y embarcaciones deportivas». Recordó que cuando estuvo al frente de la Junta del Puerto (década de los setenta) logró que el Estado financiara con 1.000 millones la construcción de un puerto pesquero en la zona del Molinar. «El político de turno convenció a los pescadores de que se opusieran a esa iniciativa, el puerto no se llevó a cabo y los millones de fueron a otra parte», afirmó. Margalida Bauzá, representante del GOB, se mostró en desacuerdo tanto con la posibilidad de ampliar el muelle delante de la catedral, como de ocupar la actual zona de carga sin haber hecho antes un estudio sobre las futuras necesidades del puerto.

Consideró además que el Museo Marítimo debería instalarse en el edificio de Trasmediterránea y reivindicó la protección del edificio que ahora ocupa la Guardia Civil ya que es el más antiguo de los construidos en el muelle.

Por parte de ARCA, Josep Massot rechazó de plano la ampliación del Moll y reclamó que se conserven los usos tradicionales portuarios. ARCA está en contra del soterramiento del Passeig Sagrera y Massot reivindicó que la obra parta de la iniciativa pública y no de intereses privados. «No estamos a favor de proyectos faraónicos ni de actuaciones maximalistas con impactos medioambientales y sociales indeseables», afirmó.