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Cuando vivía el Arxiduc Lluís Salvador, ya así llamado, en mallorquín porque en mallorquín se transformó y vivió, nadie podía suponer, y más en aquellos tiempos, que el aristócrata acabaría prendado de la Isla, especialmente de Valldemossa y la Costa Nord, a la que dejó un legado cultural muy importante, tanto por sus obras, de entre las que destaca Las Baleares, como por su bello ejemplo. Los rastros del Arxiduc no sólo son humanos, sino de testimonios aún vivos. Algo muy parecido puede haber sucedido con el actor norteamericano Michael Douglas gracias a su matrimonio con Diandra, su ex esposa, amante de Valldemossa y que aún comparte la propiedad de su casa, s'Estaca, que ha sido el nexo de unión de Douglas, primero con Valldemossa y, después, con la Serra Nord.

El actor, que ha sido galardonado recientemente con el Siurell de Plata por este diario, ha demostrado con creces su auténtico amor por una tierra "y un mar" a la que quiere de verdad. Los problemas que ha tenido con su Estaca no le han desanimado, antes al contrario, han estimulado su búsqueda de una solución definitiva y la dificultad de disponer de ella sólo medio año para que su ex-esposa la disfrute durante el resto.

El hecho de que haya decidido adquirir Ca ses Canques para sede de una fundación pensada para difundir la Serra Nord mallorquina demuestra que Douglas no es un ave de paso, sino que intenta integrarse lo más posible en una tierra y en un pueblo que le han demostrado admiración, cariño y respeto, compartidos por él y demostrados con esta iniciativa. No se trata de reducirlo todo a términos de promoción turística, pero, aparte de reconocer que Douglas nos ha hecho un gran favor, lo cierto es que hay que agradecerle esta promoción cultural.