Pipín consiguió congregar a un nutrido grupo de aficionados.

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Es cubano, nacido en el 62, se llama Pipín Ferreras y tiene nada menos que 27 récords mundiales a sus espaldas: su especialidad, el submarinismo y más concretamente la apnea.

Para esta vez no tenía pensado batir la marca mundial situada en 137 metros de profundidad a pulmón. Lo del domingo, solamente era un ensayo que consistía en bajar unos 100 metros bajo el mar. Para ello, el plusmarquista caribeño partió del Puerto del Cocodrilo, en Alcúdia, rumbo a alta mar a primera hora de la mañana.

Los primeros en hacerse a la mar fueron los barcos de los alumnos del curso de apnea y de algunos aficionados que habían madrugado. Luego partió el campeón acompañado por su novia, la méxico-francesa Audrey Mestre, y decenas de buzos, que habían de ayudar a Pipín en su hazaña. Finalmente llegaron la Guardia Civil del Mar y un buque de salvamento: todos encaminados a un lugar en mitad del mar, situado varias millas al norte del Cap de Formentor.

A media mañana todo estaba dispuesto para el ensayo de Pipín. Los buzos, sumergidos a 40 y 70 metros bajo el agua, varios barcos de auxilio alrededor, y el campeón concentrado junto al «sled», una barra de metal que lo había de transportar hasta el fondo del mar, y luego subirlo a toda velocidad.