La revista «Hola» de esta semana, entre seis bodas de postín, publica una entrevista con el hijo de Syliane Stella, Fabrizio, quien, hablando de su boda, pone a su madre a caer de un burro. Y por si no fuera poco, la prometida de éste coloca la guinda al pastel. A Syliane, que lee con atención las declaraciones de ambos, se le saltan las lágrimas. De pena y de rabia.
Primero, porque se hace llamar Fabrizio Pastor de Vilallonga, cuando es Fabrizio Pastor Stella. A lo mejor se pone de Vilallonga porque es más apellido que Stella y, de paso, para justificar su actitud hacia mí. No sé. Pero seguro que su padre, que no entiende nada la situación que Fabrizio mantiene contra mí, entenderá menos esto. Es más, no hace mucho que me dijo que si no íbamos a la boda él y yo, él no iba.
Mira, como madre que soy de él, prefiero callarme y aguantar. ¿Para qué replicar? El está completamente equivocado. De verdad, esto me parece de ciencia ficción. Lo que no entiendo es cómo José Luis aprueba lo que dice. He pasado viviendo 25 años a su lado, posiblemente los mejores años de su vida y de la mía, en los que me ha llamado siempre señora estupenda, y no entiendo eso, ni que tampoco escriba un libro sobre mujeres inolvidables y ni siquiera me mencione. Si hubiera sido al revés, creo que las tres cuartas partes del libro se las hubiera dedicado a él.
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