El cultivo de naranjas en Sóller está en serio peligro. Basta darse
una vuelta por el valle de Sóller para observar que más de la mitad
de la producción está tirada por los suelos. Y es que como señalan
los payeses el precio de la naranja es tan bajo «que no vale la
pena ni recoger la cosecha».
Ya son más de cuatro años los que se llevan destruyendo naranjas
en Mallorca para, como señalan las directrices de la Unión Europea
(UE) que hacen cumplir el Gobierno y los gobiernos autonómicos,
entre ellos el balear, mantener los precios estables e impedir que
baje. El objetivo de la Unión Europea es que hasta el 2002 se
reorganice la producción y las explotaciones menos rentables se
reestructuren y opten por otros productos cuya comercialización
resulte más interesante.
La indignación ayer entre los payeses era importante porque no
entienden cómo se puede afirmar que se destruyan naranjas para
evitar que el precio caiga cuando «el precio ya está por los
suelos».
El cultivo de la naranja en Mallorca necesita en esto momentos
de la sensibilidad de Conselleria d'Agricultura, de instancias
superiores o de otras instituciones para evitar su progresiva
desaparición. La entrada de naranja de la Península y de otros
países, como ha sido en el último caso de naranja procedente de
Argentina, agrava la situación y la tradicional «canoneta» típica
del valle de Sóller está en serio riesgo de desaparición si no se
habilita algún tipo de ayuda.
Pero más allá del riesgo de que la naranja siga el mismo camino
de otros productos, como en su día ocurrió con el tomate, hay todo
un aspecto paisajístico que preocupa a Sóller. Y es que los huertos
de naranjos del valle forman parte de un paisaje típico que se
puede ver seriamente alterado si no se busca una solución urgente.
Los payeses no dudan en señalar que el Govern debería apoyar la
naranja típica de Mallorca, la «canoneta» y evitar que sucumba ante
la entrada masiva de naranjas provenientes de los más variados y
distintas ciudades y países.
El cultivo de la naranja en Sóller dejó de ser un negocio hace
ya tiempo y si no se busca una solución pronto dejará de
cultivarse. La «canoneta», propia de Sóller, llega al mercado al
mismo tiempo que la navelate y valencialate, que por sus
características la superan en la demanda del mercado. En los
huertos de Marratxí, Muro, sa Pobla y Llubí las explotaciones son
más extensas y llanas, lo que permite una mecanización total.
Además, la mayoría de los árboles son variedades tempranas y más
competitivas que la canoneta endémica del valle que se vende a unos
precios bajísimos a pesar de las inversiones que se han realizado
para mejorar su producción y el gran esfuerzo, a veces artesanal,
de la mano de obra. Los payeses no quieren dejar de cultivarla ni
tampoco tener que destruirla.
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