El serial por entregas en que se han convertido las largas y
complicadas negociaciones a tres bandas y entre cinco fuerzas
políticas para desencallar los procesos de constitución del Govern
y el Consell Insular de Mallorca tuvo, ayer, un nuevo episodio en
forma de reunión entre el PSM y UM para acordar la participación de
ambos del CIM. El resultado, pese a todos los precedentes, fue el
esperado: hubo acuerdo entre los dos partidos y se recompuso esta
especie de frente nacionalista que aparece y desaparece como el
Guadiana, según convenga a uno u a otro.
Todo debía desembocar, forzosamente, en un acuerdo porque romper
las cartas a estas alturas hubiera sido el final de ambos partidos
si, por sus disensiones acerca del reparto de poder, acabaran
facilitando un Govern del PP. Condenados a entenderse, no quedaba
otra solución que UM cediera, porque era quien lo quería todo.
Así las cosas, ahora no está todo solucionado porque, salvo dos
presidencias "la de Antich en el Govern y la de Munar en el CIM",
queda todo un mundo por decidir. Incluso queda pendiente la
composición final del CIM, porque los otros tres partidos algo
tienen que decir. Incluso la provisionalidad "oficiosa" de la
presidencia del Parlament de Balears.
Pero no debemos olvidar los antecedentes de las relaciones entre
UM y el PSM. Que llegaron a su punto más conflictivo cuando Munar,
presidenta del CIM, destituyó de todos sus cargos en la institución
mallorquina a los miembros del PSM que, después y ahora, volvieron
a ser compañeros de viaje. Esto no parece serio, precisamente,
porque se advierten sólo dos intenciones: el revanchismo con el PP
y el ansia de poder a través de los cargos institucionales.
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