Se trata de bebidas compradas en los supermercados próximos, lo cual nos parece muy bien, a altas horas de la noche, lo cual no nos parece tan bien, pues el supermercado debe regirse por unos horarios que le permitan estar abiertos hasta ciertas horas, no pasada la medianoche, aunque como alguien les ha dado permiso, convirtiéndolo de este modo en el mejor negocio de la playa, nada tenemos que decir.
Lo peor de este asunto es la mala imagen que ofrecen estos bebedores y, sobre todo, su entorno. El paseo queda atiborrado de plástico y cristal, al igual que parte de la arena de la playa; algunos, a medida que van ingiriendo alcohol, elevan el tono de voz más de la cuenta; y a medianoche EMAYA limpia el desaguisado, suponemos que de forma extra, pues estamos hablando de un servicio especial, y a cuenta del contribuyente, algunos de los cuales pagan religiosamente sus impuestos por tener abierto un bar que tiene en quienes venden bebidas a estos bebedores a su competencia más directa. Para colmo, tanta bebida crea la necesidad de ir al váter, y como no los hay "públicos me refiero" algunos tratan de mingitar en los bares, lo cual, sus responsables no están dispuestos a permitir.
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