TW
0

Fue ayer a mediodía. Robert Miller, el rey del dutty free, su esposa y una de sus hijas decidieron navegar un par de horas a bordo de su velero con pinta de maxi. Llegaron al puerto desde su casa, tierra adentro, a bordo de un coche de serie, muy normalito, yo diría que de alquiler. Tras descalzarse, subieron por la escalerilla, primero ellas y finalmente él. A bordo aguardaba la tripulación y el capitán al frente. Tras cambiarse de ropa, se hicieron a la mar. Instantes antes, sobre la mesa, una camarera había depositado tres latas de Cola ligth con algo para picar.

Imaginamos que su consuegro, Constantino de Grecia, aficionado a la vela, y el rey don Juan Carlos, que es el cuñado de su consuegro, no querrán perder la oportunidad de ponerse a la caña de tan imponente nave, de dos palos, y poner rumbo, cuando menos, a Cabrera. Porque eso sí que es un barco y lo demás son cuentos. Claro que don Robert, a quien se le salen los dólares por las orejas, puede permitirse el lujo.