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Harald de Noruega ha convertido su barco en su residencia
El Rey Harald de Noruega repite, por segundo año consecutivo, en su participación en la Copa del Rey de Vela con el barco Fram, con la esperanza de superar el listón que dejó la vez anterior. (Si mal no recordamos, hace años, Harald, siendo príncipe heredero, participó en la regata Mallorca; hablamos con él en la víspera en que el príncipe Eduardo de Inglaterra se casaba con Sarah Ferguson, a cuya boda él "nos dijo" no iba a asistir por estar en Palma).

Bien. Nos da la impresión de que rey de los noruegos, además de persona discreta, es un hombre práctico.
Creo en eso porque se ha venido a Mallorca con su séquito, y en vez de alojarse en un hotel, mansión o Marivent, se ha traído el barco real con lo que ha solventado el problema de residencia y alimentación, tanto propia como de los demás acompañantes, pues el buque, amarrado en el pantalán de Portopí, cerca del hueco en el que amarran el Fortuna y la Llamp "según como se mire al puerto, parece como si el buque noruego hace de parapeto al yate y lancha real española", el buque, digo, se ha convertido en residencia y restaurante. De todos. De rey a séquito, pasando por toda la tripulación, salvando las distancias pero, eso sí, debajo del mismo techo.