La actualidad de la jornada de ayer de la Copa del Rey de Vela parecía destinada a estar marcada por lo deportivo. No en vano, la etapa a disputar pasaba por ser la más larga de la competición. La conclusión de la etapa estaba prevista para las tres de la madrugada, y los participantes debían llegar a las costas de Eivissa para rodear el islote de Tagomago.
Sin embargo, toda la atención estuvo centrada en la aparición en el Club Náutico, cuando no se habían cumplido las once de la mañana, de la infanta Elena y Jaime de Marichalar con su hijo, el pequeño Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, o simplemente Froilán, que es como habrá que acostumbrarse a nombrar al bebé, ya que así es como le llaman sus padres y sus abuelos en la intimidad de Marivent.
A partir de ese momento, lo que estaba siendo una apacible mañana, marcada por el buen tiempo y la tranquilidad de las horas previas a la salida de la competición, se convirtió en un constante ir y venir de cámaras de televisión y fotógrafos. Nadie quería perder la ocasión de capturar una imagen tan especial.
De hecho, esta ha sido la primera visita del pequeño Froilán al Club Náutico con sus padres, los duques de Lugo. Su primera visita, allá por los días de Semana Santa, la realizó en compañía de su abuela materna, la reina doña Sofía. Froilán, el auténtico protagonista de la mañana, no paró de mirar hacia todas partes con gesto de curiosidad, como si aún no se hubiera acostumbrado al enorme revuelo que ocasiona su presencia. Y es que no hay que olvidar que el pequeño aún no ha cumplido los trece meses de edad, ya que celebró su primer aniversario el pasado 17 de julio.
Una de las anécdotas curiosas estuvo protagonizada por el vestuario del bebé, que llevaba un polo blanco del barco «Port Aventura», exactamente igual al de su madre, la infanta Elena, que participó hace algunos días en la presentación de esa embarcación. Los duques llevaban también viseras con el mismo logotipo, y no dudaron en proteger al bebé del sol con una de ellas, en lo que fue una de las imágenes más simpáticas de las que se vivieron en el Club Náutico. Además, se deshicieron en caricias y atenciones con el pequeño en todo momento, siempre con muchísimo cariño, evidenciando que son unos auténticos «padrazos».
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