A mí me parece muy bien que ciertos famosos de primera o segunda línea, y también los estigmatizados por los famosos, pretendan pasar desapercibidos. Lo que no entenderé jamás es que, una vez pillados, traten de escurrir el bulto, tomar otra dirección, a veces corriendo, o se oculten el rostro con algo. Ridículo, ¿no? Pues bien, los hay de éstos todavía y, si no, he ahí cuatro pruebas, que son otros tantos modos de camuflarse.
El yerno de Adolfo Suárez opta por la bolsa del Corte Inglés, con lo cual, aparte de llamar más la atención, hace publicidad gratuita a estos grandes almacenes.
El hijo de Suárez es algo más discreto. Se coloca la gorra con las alas hacia abajo e inclina la cabeza.
Luis Alfonso, que de niño cada vez que veía a un fotógrafo, o salía corriendo o, si estaba en un restaurante, se cubría la cara con una servilleta o se metía debajo de la mesa, aunque de adulto ha bajado la guardia, de vez en cuando nos sorprende con algún camuflaje, como éste. Viendo fotógrafos a babor, colocó todo su armamento submarino frente a su cara. Y así le fue.
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