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Cualquier día es bueno para darse una vuelta por s'Arenal y conocer el ambiente nocturno en el que se divierten los turistas, en su mayoría extranjeros. El Balneario 6 comienza a llenarse pasadas las diez de la noche. Las primeras horas parecen las más propicias para pasear por el mercadillo. Allí se puede encontrar un sinfín de posibilidades en cuanto a tatuajes, retratos... además de todo tipo de productos típicamente artesanales, como prendas de ropa, pulseras, anillos y colgantes. El precio de estos artículos artesanales suele oscilar entre las 100 y las 500 pesetas; Y es que quienes trabajan allí tienen claro cuál es la clave para que el negocio sea rentable: «Hay que tener mucha variedad de productos baratos. Con precios superiores a las mil pesetas, casi nadie compra nada, porque los turistas dejan ahora menos dinero que hace unos años». Además, parece que este año las preferencias de los turistas se decantan por «tatuajes, retratos y trenzas en el pelo».

Estos establecimientos mantienen una fuerte polémica con el Ajuntament debido a la hora de cierre de sus puestos. Una de estas vendedoras lo explica así: «A las doce, viene la policía a exigir que cerremos con malos modos y denuncias. Deberían darnos al menos una hora más, porque nos cortan cuando hay más animación».

Allí se mezclan turistas de todas las edades y procedencias, y al comienzo de la noche aún no han hecho acto de presencia los clásicos trileros. El panorama lo completan alguna pareja de la Policía Local que pasea por la zona y los habituales vendedores ambulantes que llevan «puesto» su tenderete de relojes, alfombras o collares. Tampoco resulta muy difícil cruzarse con visitantes que hablan castellano, cosa que empieza a ser más complicada conforme te adentras en el paseo de la playa. Allí, y a medida que se acerca la medianoche, comienzan a llegar jóvenes hasta formar una improvisada «zona de marcha» que fácilmente ocupa cerca de 200 metros del paseo. Los jóvenes hacen sus grupos para consumir las bebidas que compran en los supermercados cercanos, que permanecen abiertos hasta la madrugada, y en los que pueden encontrar cubos de cinco litros de sangría por 1.750 pesetas. Estos cubos van acompañados de unas larguísimas pajitas que les facilitan el consumo y que se han convertido en uno de los elementos inevitablemente típicos de esta zona de la bahía.