Parece que al fin, después de una de las polémicas más sonadas
de los últimos años, el sentido común ha logrado abrirse paso y
colocar las cosas en su sitio en el espinoso asunto de las
pensiones. A nadie se le escapa que ésta es una de las cuestiones
claves de nuestro sistema social, que a todos interesa y con el que
no se puede jugar. Y nadie tampoco es ajeno a que algunas pensiones
son ridículamente raquíticas, sin contar con que la mayoría son de
por sí bajas.
El debate que abrió la Junta andaluza al anunciar que iba a
elevar por su cuenta la cuantía de las pensiones más bajas no ha
hecho más que enturbiar un tema sumamente delicado. Nadie ha sabido
estar en su sitio y las declaraciones de uno y de otro han sido, en
general, desatinadas.
Ahora, tras asistir al bochornoso espectáculo de contemplar a
los políticos más destacados de este país peleando como gallos por
un tema que afecta a todos, parece que las aguas van volviendo a su
cauce. El Gobierno ha anunciado que convocará el Pacto de Toledo
cuando acaben las vacaciones y allí "en ese foro, donde debe ser"
se debatirán las propuestas de Andalucía, Balears y Catalunya
favorables a subir las pensiones más bajas.
Si hay algo crucial en este tema es la estabilidad del sistema,
que pueda garantizar el pago de las pensiones de hoy y de mañana.
Con algo así no se puede jugar, ni se puede polemizar ni se puede
hacer electoralismo.
El foro de Toledo se creó para garantizar la independencia de
las decisiones en torno a las pensiones, para que todos los grupos
participaran en él y para que esta cuestión quedara al margen de
políticas puntuales o demagogias. Ahora, con las elecciones
generales a la vuelta de la esquina, es preciso solucionar el
problema antes de que las campañas empiecen a ponerse en
marcha.
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