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El Ajuntament de Palma no se moja a la hora de regular los horarios en sa Llonja y toma postura a favor del empresario sin atender las razones de los vecinos. Los empresarios del sector turístico se oponen a la implantación de una ecotasa porque significará la llegada de menos turistas y sus beneficios no serán tan cuantiosos. Ahora, el Govern estudia retrasar, dos meses, por lo menos, las rebajas de verano para que no coincidan con la plena temporada turística y las ventas reporten mayores ingresos al pequeño y mediano comerciante. Son sólo tres ejemplos de que el ciudadano corriente cuenta poco para la Administración.

¿Acaso el residente que vive todo el año en Mallorca y que paga sus impuestos no tiene tanto derecho como el turista a disfrutar de un entorno natural debidamente cuidado, a aprovechar la ventaja de comprar ropa y otros artículos a precios más asequibles y en plena temporada y a dormir tranquilamente sin que cada diez minutos le despierten los gritos y las risas de la gente que trasnocha porque está de vacaciones y no trabaja al día siguiente? El ciudadano corriente de las Islas empieza a tener la impresión de que sólo cuenta para los que nos gobiernan cada cuatro años y durante los quince días que dura la campaña electoral.

Es lícito que se piense en los sectores económicos que aportan riqueza a la comunidad, pero los políticos deben empezar a mirar también por el ciudadano normal que vive en las Islas durante todo el año, pero que no tiene manera de presionar para defender sus intereses porque no cuenta con la fuerza que respalda a los empresarios y, por lo que se ve, también a los turistas. Los ciudadanos de a pie quieren que Mallorca sea disfrutada por todos, pero que nadie se olvide de ellos.