La última idea de la noche son las palomitas, pero no en bolsas, ni
en cucuruchos, como las que tomamos cuando vamos al cine, sino
palomitas a chorro. Una tonelada de palomitas, ¿se imaginan?
Palomitas tostadas, ¡eh!, que como la espuma caen sobre los cientos
de personas que se encuentran en la pista de baile.
El suceso tiene lugar los domingos por la noche en Millennium,
en los bajos de BCM. Ocurre sobre las tres de la madrugada. De
pronto se para la música y, a chorros, desde dos lanzaderas, mil
kilos de palomitas van cayendo sobre cuantos están en frente.
Cuando la pista está completamente cubierta de palomitas
"calculamos que habría medio metro de espesor", mientras unos se
zambullen en ella, otros se las comen "las que pueden" y otros se
las tiran entre sí, convirtiéndose el lugar en poco menos que en un
patio de recreo. Naturalmente, los hay que, dentro de un orden, se
pasan un pelín. Son los que en vez de lanzar las palomitas a las
chicas, les levantan las faldas y luego se las lanzan. Aunque no
crean que todas se enfadan por eso, ¡qué va!, todo lo contrario: No
sólo se dejan sino que vuelven a por más.
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