Joan Verger dejó ayer la presidencia del PP balear y aprovechó para
efectuar un análisis bastante crítico de los últimos tres años
vividos en la formación conservadora. Verger, cuya gestión obtuvo
17 votos en contra de los más de mil compromisarios que asistieron
al congreso, reconoció que al PP «le ha faltado confianza y
generosidad», y pidió a la nueva ejecutiva que «cuantos menos
vínculos tenga con el pasado, mejor». El presidente saliente
analizó en su informe de gestión política los últimos
acontecimientos vividos por el PP desde 1992 hasta ahora.
Verger recordó que los problemas con Unió Mallorquina comenzaron
hace siete años cuando Maria Antònia Munar fue destituida del
Govern por Cañellas, y lamentó que el PP no aprovechase en 1996 «la
ruptura del pacto en el Consell con la destitución de los
integrantes del PSM». Según Verger, el pacto político alcanzado
para que él presidiese el partido y Matas el Govern «no fue una
mala idea y era el único camino posible». «A mí me correspondía
acabar con el vergerismo y hoy puedo decir que el único vergerista
que queda es Joan Ramonell», resaltó Verger, quien lamentó que
otras familias del PP «no quisiesen la integración y en el 99
perdimos poder municipal allí donde no hubo pactos internos».
El presidente saliente criticó los problemas surgidos en Eivissa
en enero de 1999 cuando se cambió el candidato al Consell pitiuso,
y también cuestionó las desavenencias en Formentera entre la junta
local y la insular. «En Formentera se actuó tarde y quisimos tomar
decisiones acertadas que, posteriormente, demostraron que eran
erróneas», reconoció. En relación a Menorca, Verger dijo que la
decisión de que «Huguet dejase la presidencia del Consell fue
precipitada, aunque lo dijese Madrid o el lucero del alba». Además,
Verger admitió que «cuando Huguet era presidente del PP no le
pusimos las cosas fáciles».
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