Todavía quedan esperanzas para la paz, según manifestó ayer durante
su visita a Madrid el lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe. Y
seguramente se basó para ofrecer tal afirmación en un hecho
insólito, realmente esperanzador y novedoso: que Herri Batasuna y
las Gestoras Pro-Amnistía decidieran ayer mismo sumarse a la
convocatoria de manifestaciones pidiendo la paz que se
desarrollarán mañana en diversos puntos del País Vasco.
Sin duda la noticia produjo un suspiro de alivio, de alegría, en
muchos ciudadanos vascos que han visto una y otra vez cómo desde
las entidades independentistas se boicoteaba cualquier salida hacia
la paz. Ahora, tras saber cómo se vive durante más de un año
instalados en la paz, con nuevos caminos políticos para expresar
sus ideologías y objetivos "como el Pacto de Estella y la
Udalbiltza o asamblea de electos, que agrupa a los ayuntamientos
vascos del norte y del sur", los nacionalistas radicales han dado
un paso decisivo al colocarse junto a sus compañeros más moderados
clara y específicamente del lado de la no violencia.
Sin embargo, el gesto no es aún concluyente. Y eso es
precisamente lo que el presidente del Gobierno, José María Aznar,
le dijo ayer a Ibarretxe, que mientras HB no condene la violencia,
no habrá ocasión de convocar un nuevo foro que supere al de Ajuria
Enea y al de Estella, en el que estén representados todos los
partidos políticos para llevar a cabo de una forma definitiva el
proceso de paz y normalización en Euskadi.
Así las cosas, con tiranteces de uno y de otro lado, poco
cercana parece la posibilidad de un entendimiento global. Quizá
sería conveniente que cada uno de los partidos implicados cediera
un poco en sus estrictas pretensiones para alcanzar un punto de
encuentro común.
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