Los vecinos de las calles colindantes a la sede del Banco de España
están hartos de aguantar obras. Hace más de seis meses que soportan
el ruido de excavadoras, piquetas y palas mecánicas y que tienen
que aguantar la incomodidad de ni siquiera poder aparcar en las
cercanías de sus domicilios ante la falta de plazas de
aparcamiento.
La reforma del empedrado de las calles Can Escursac, Sant
Bartomeu y Banc, uno de los proyectos incluidos en el Pla Mirall,
se está prolongando más de lo previsto y los vecinos denuncian que
los cortes de agua son habituales debido a que las conducciones no
están enterradas y son averiadas con frecuencia por el paso de los
coches. El propietario del bar España, José Salamanca,
establecimiento que está casi aislado por una enorme zanja,
denuncia además el peligro que existe para los clientes, dado que
ni siquiera hay vallas protectoras en la zona.
Los vecinos de la misma se muestran convencidos de que las obras
van a un ritmo tan lento porque no se trata de una de las
principales zonas comerciales de la ciudad y por eso las obras sólo
incomodan a los habitantes del barrio y no a los compradores que
pasean.
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