Un bloque de hielo cayó ayer por la mañana en Maó, unos minutos
antes de las siete de la mañana y otro cayó, supuestamente, en
Formentera. Con respecto al hallado en Menorca, dos empleados que
trabajan en un edificio en construcción en la confluencia de las
avenidas Vives Llull i Menorca escucharon un fuerte ruido de «algo
que caía muy cerca de nosotros, a unos tres metros».
Uno de ellos, al no saber exactamente lo que estaba ocurriendo
se refugió en su coche. El otro, al darse cuenta de qué era lo que
había estado a punto de caerles encima, lo recogió en una bolsa de
plástico. Fue entonces cuando se puso en contacto con la policía
municipal para informarles de lo ocurrido, no sin antes asegurarles
que no se trataba de ninguna broma.
La policía se personó en cuestión de minutos y se «llevó el
aerolito al laboratorio Munditest para que procedieran a su
análisis», según nos cuenta el jefe de la policía Rafael Le-Senne.
A continuación se dio parte del hecho al CSIC. Este centro estudia
los casos que se están dando estos días en todo el territorio
español, y al mediodía ya recogió los restos del bloque de
hielo.
Según datos de Munditest, el aerolito pesaba 1'913 kilos, y
tenía el volumen de un balón de baloncesto. Aunque su textura no
presagiaba ningún hecho extraño, sino más bien parecía hielo común.
Esta hipótesis, la de una broma, «es precisamente la que estamos
intentando descartar en primera instancia, aunque no será hasta
mañana "por hoy" cuando tengamos los resultados del análisis, ya
que están primero descongelando un pequeño fragmento lentamente
para que no sufra ninguna alteración», nos aseguró el teniente de
alcalde del ayuntamiento de Maó, Ernesto Ribalaiga. Y es que todo
el mundo está intentando ser cauto en las posibilidades, ya que
desde el primer caso de un bloque de hielo que se desprendía del
cielo, se han ido multiplicando las tan extrañas apariciones. «Se
vive», dijo Ribalaiga, «unos momentos de auténtica psicosis con
estos bloques de hielo, y ya se ha dado algún caso de bromas
pesadas». Es de esperar, por lo tanto, que a lo largo de hoy el
número de aerolitos caídos pueda aumentar, dada la progresión
exponencial de sus desprendimientos. Para muchos de los aerolitos
caídos en los últimos días la hipótesis que toma más fuerza es la
de una broma de mal gusto. Y la de Maó es un claro ejemplo. Tal y
como destaca Tóbal Torrent, «bien podría tratarse de algún vecino
gracioso, no estoy seguro». Si se trata de una broma es de evidente
mal gusto. Cayó a tres metros de Tóbal y su compañero. Dos segundos
más tarde y las consecuencias de las que ahora estaríamos hablando
serían mucho más trágicas. Un primer caso de broma se conoció ayer
mismo. Un camionero la puso en una carretera para gastar una broma
a un compañero. Se supone que a lo largo de estos días los análisis
irán separando las bromas de los hechos todavía por explica. Si es
que tienen una explicación, claro.
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