Joana Maria, una vez fuera de la UCI, de donde salió el jueves,
declaró a Ultima Hora que se encontraba «bien»,
aunque sentía que le había pasado «un camión por encima».
Francisca, todavía en la UCI, en una breve conversación telefónica,
aseguró, con voz trémula, que su estado era positivo, sin desdeñar
el pronóstico reservado de los médicos que le atendieron.
La técnica utilizada es alternativa al trasplante de hígado
procedente de un cadáver, ya que entre un 10% y un 15% de las
personas que necesitan un órgano nuevo perecen mientras esperan que
se localice un donante. El tipo de intervención a la que fueron
sometidas Joana Maria y Francisca Porquer se realiza desde hace
cuatro años en el hospital madrileño de La Paz, pero sólo entre
niños, debido a la enorme dificultad que supone obtener un órgano
perteneciente al cadáver de un niño. Madre e hija permanecerán
entre cinco y tres semanas, respectivamente, en el Clínic, aunque,
como manifestó Ramón Porquer, marido y padre de las afectadas,
«todo depende de cómo evolucionen».
Joana Maria, de 32 años, se mostró ayer muy satisfecha del
resultado de la operación: «Lo hice para ayudar a mi madre y todo
el dolor físico que pueda tener queda atenuado con mi alegría, ya
que ha sido como devolverle la vida que ella me dio». Asimismo,
agradeció al doctor Pere Vaquer, de Son Dureta, el apoyo prestado
para que se materializase la operación.
El proceso que finalizará el día en que Francisca Porquer "de 65
años" vuelva a su residencia en Palma, comenzó hace 12 años cuando
le diagnosticaron la hepatitis C. Hacia junio del año pasado le
comentaron que su hígado corría peligro debido a la cirrosis. Y no
sería hasta noviembre cuando pasaría a engrosar las lista de
pacientes que esperan un órgano para recibir un trasplante. El
doctor Vaquer puso en contacto a la familia Porquer con el doctor
Rimola, conociendo las investigaciones del Clínic en materia de
trasplantes. Entonces, se iniciaron las pruebas de compatibilidad
para tratar de hallar a alguien con el mismo grupo sanguíneo de
Francisca. Tanto Joana Maria como su hermano pasaron las pruebas,
siendo ella la que llevaría a cabo el primer intento. Después de un
mes de más exámenes, en los que los médicos calcularon el grosor,
la masa y todos los elementos que posibilitaran la compatibilidad
entre los hígados de madre e hija, se produjo la intervención de
hace cuatro días.
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