Tras la firma del protocolo, los alcaldes de Palma y Alicante "ciudades miembros de Cités Unies" abandonaron Tartous (siria y mediterránea), dejando la rehabilitación de una de las manzanas de su casco antiguo, ubicada cerca de donde se reunían los Templarios, en manos de los técnicos.
Este proyecto de rehabilitación, que el alcalde de Tartous presentará como modélica en el Foro Sirio-Jordano de rehabilitación de ciudades antiguas, que tendrá lugar en Ammán, quedará concluido en tres años. Se trata, como ya se ha explicado, de restaurar un bloque de viviendas cuyos moradores lo habitan en condiciones lamentables. El presupuesto de la obra, a cargo de los dos ayuntamientos, es de 24 millones de pesetas procedentes del 0'7% destinado al Tercer Mundo, que incluye, además del proyecto, la edición de un libro y el pago a una becaria "desplazamientos, estancia y sueldo" para que controle, sobre todo, el tema de la rehabilitación social, pues como decían el concejal de Acció Social de Palma, Antoni Nadal, y el director del Patronat Municipal de l'Habitage, Tomàs Fortuny, si importante es rehabilitar esa manzana, lo es más que quienes la habitan sepan adaptarse, una vez remodelada, a las nuevas casas y sacarle partido a los locales que se construirán en su planta baja.
«En principio "decía Fortuny", también tenía que colaborar el ayuntamiento de Bérgamo, que de hecho trabajó durante una temporada en el proyecto, que abandonó tras las elecciones al reestructurarse su consistorio. Nuestro trabajo ha consistido en poner en marcha todo este proyecto y crear un equipo para que lo concluya». Los alcaldes y técnicos de ambos ayuntamientos hicieron un recorrido a través de esta ciudadela templaria de Tartous, donde está enclavada la manzana a renovar, comprobando cómo viven algunos de sus moradores. Más que viviendas son colmenas, en las que se vive hacinadamente, algunas de ellas incrustradas en la propia muralla. No es el caso de la manzana en cuestión, pero sus casas no se diferencian mucho de las demás: pequeñísimas, desordenadas, poco higiénicas y mal iluminadas, en las que chicos y adultos se apelotonan entre cuatro paredes. «Se trata de aumentar el espacio y, al mismo tiempo, reducir el número de habitantes por metro cuadrado», señaló Rafael Vidal, responsable de Urbanisme de Palma.
Tras la firma del protocolo, y después de haber recorrido esa parte del casco antiguo que mira hacia el Mediterráneo, se pudo ver, y descubrir, sobre planos y fotografías el ahora y el mañana de esa manzana. El cambio que se obrará en ella será espectacular. Para bien, naturalmente.
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