¿Por qué hay personas que siguen sin utilizar el preservativo en
prácticas de riesgo, como puede ser una relación sexual esporádica
o con una persona seropositiva? ¿Por qué hay mujeres seropositivas
que se deciden a tener un hijo pese al riesgo de transmitirle el
VIH? ¿Por qué hay toxicómanos que siguen intercambiando
jeringuillas?
Estas son las principales incógnitas que ayer se plantearon en
la segunda y última sesión de las Jornadas sobre VIH/sida
organizadas por el Club Última Hora, la Fundación
Ramón Areces y el Govern balear. El problema ya no sería tanto la
falta de información, que en general es suficiente, sino una
carencia de concienciación que lleva a prácticas de riesgo sin
tomar las medidas preventivas oportunas, esto es principalmente, el
uso del preservativo. Diversas son las causas que llevan a las
personas, en un momento dado, a saltarse esas medidas preventivas,
que conoce por norma general, y que se resumirían en que el hombre
además de ser un ser racional es un ser emotivo.
La transmisión por vía sexual es la gran asignatura pendiente
"sin olvidar el contagio por sangre vía jeringuilla" y mientras se
dedican millones y millones a la búsqueda de medicamentos y
tratamientos contra el sida, el dinero que se dedica a la
prevención es mínimo comparativamente. En este punto cabe
plantearse por qué no se dedica más dinero a la prevención y se
destaca el interés economicista de los laboratorios que están
dispuestos a dar dinero para investigación (en cuanto que
repercutirá posteriormente en ellos con la venta de fármacos) pero
son reticentes a dar fondos para la prevención.
El sida como ha quedado de manifiesto en las jornadas es un
problema médico, también social pero también demográfico en, de
momento, varios países de Àfrica, el continente originario del
virus y más afectado.
Otro de los temas que han quedado al descubierto ha sido que
pese a que con el tratamiento antiretroviral se «adormece» el virus
hay un porcentaje de incumplimiento que tiene su razón de ser en
los efectos adversos que esa medicación conlleva. Unas «vacaciones»
son fatales porque provocan resistencias si bien está estudiándose
la interrupción terapéutica del tratamiento para conseguir
reacciones progresivas del sistema inmune. Si uno «coge» el virus
es para siempre y las terapias antiretrovirales no son ninguna
ganga por las reacciones adversas que presentan.
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