El canódromo cerró porque ya no era rentable y porque sobre él pesa un expediente de expropiación. Foto: JULIÃN AGUIRRE.
Hace un año, con motivo del cierre, Miquel Rosselló, uno de los propietarios del canódromo, señaló que «problemas de salud» le impedían seguir al frente del canódromo, y que no se encontraba en situación de contratar a nadie para que lo llevara sabiendo que sobre las instalaciones pesaba una orden de expropiación que se podía hacer efectiva cuando menos se esperara. Tanto a empleados "siete, al final" como a aficionados y criadores de perros, les dio las gracias por la fidelidad demostrada a lo largo de tantos años de citarse en aquel lugar cada día de la semana, excepto los miércoles, día que cerraba por descanso, y también por la comprensión ante la decisión de cerrar definitivamente.
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