El derecho a la huelga ha sido y es una de las armas fundamentales en la lucha de los sindicatos para mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo desde hace décadas. La sola presión que la palabra «huelga» ejerce en el empresariado bien lo demuestra. Por eso, pero siempre como último recurso y cuando se han agotado todas las vías de diálogo, hay que aceptar con el máximo respeto las convocatorias de huelga de cualquier colectivo, puesto que se supone que los defensores de los trabajadores intentan únicamente alcanzar mejoras para ellos. Sin embargo, en demasiadas ocasiones los sindicatos "o sus seguidores" no parecen contentarse con el mero ejercicio del derecho a la huelga y suelen confundir la presión con la barbarie. De ahí la pésima fama que arrastran los muchas veces mal llamados «piquetes informativos», cuya labor más que informativa suele ser coactiva.
Editorial
Una imagen deplorable
15/04/00 0:00
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