Desde la iglesia de Santa Catalina de Siena partió ayer tarde la procesión con el traslado de estandartes de las cofradías, que llegó hasta la iglesia de Sant Francesc creando gran expectación en las calles por las que pasaba, debido a la espectacularidad que revestía el desfile de cofrades y bandas acompañantes.
Los portadores de los estandartes que identifican a cada una de las treinta cofradías con que cuenta Palma esperaban en el pasillo central de la basílica la reunión de todos ellos.
Poco a poco, el espacio central se fue llenando de nazarenos de toda índole. Los primeros en llegar fueron los de la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza, con sede en la basílica (el paso que procesionan, el de Nuestra Señora de la Esperanza, ya se podía admirar en una de las capillas laterales), y los últimos los cofrades de la Cruz de Calatrava.
Era la hora del pregón. Este año fue el canónigo Llorenç Tous el encargado de abrir solemnemente los actos de Semana Santa en medio de gran expectación y ante invitados como el obispo, Teodor Úbeda; la delegada del Govern, Catalina Cirer; el alcalde de Palma, Joan Fageda; el vicario general, Andreu Genovart o su misma madre, entre otros.
Mossèn Tous centró su pregón en los excluidos, un tema del que se ha hablado mucho durante estos días, pero que él conoce a la perfección porque lo ha palpado día a día: «En el portal del Crist de la Sang hay otro cristo pequeñito, es el de los excluidos, que procesionan por delante de nosotros a diario pidiendo esperanza. Entre ellos hay padres y madres que lloran amargamente por la muerte tan temprana de un hijo que ha pasado por la cárcel y al que el sida le ha arrancado la vida. Son víctimas de nuestro tiempo», aseguró un hombre que se ha preocupado sobremanera por drogradictos y por reos, aquellos que se ven privados de libertad.
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