El presidente andaluz Manuel Chaves ha vuelto a sorprender a
propios y extraños con una curiosa propuesta lanzada en su discurso
de investidura como nuevo presidente autonómico. Se trata de
reclamar a las empresas tabaqueras nada menos que 60.000 millones
anuales para sufragar los enormes gastos que provoca en la sanidad
pública andaluza el tratamiento de las enfermedades producidas por
el consumo de tabaco. Y añade que intentará lograr esta cifra por
vía de la negociación y, de no conseguirlo, recurrirá a los
tribunales. Al mismo tiempo "cosa que le honra" anunció la puesta
en marcha de un plan a gran escala para prevenir el tabaquismo y
facilitar el abandono de la dependencia.
Pese a que a primera vista la idea de Chaves pueda parecer
justa, habría que ponerle muchos «peros» a la propuesta. Porque si
las tabaqueras deben cargar con los costes que su producto genera
en la sanidad pública, también los fabricantes de bebidas
alcohólicas deberían costear los tratamientos a los afectados por
su consumo y las marcas de coches los inmensos costos sanitarios de
muchos accidentes de tráfico. Porque en todos esos casos el
causante último de la pérdida de salud es la persona, que es quien
toma la decisión en un momento dado de empezar a fumar, a beber en
exceso o a conducir bajo los efectos del alcohol o de forma
irresponsable.
Lo que debemos tener claro es que un sistema público sanitario
está "precisamente es su razón de ser" para servir a todo el mundo,
sin distinguir si su enfermedad procede de un virus o de una
dependencia adquirida consciente o inconscientemente. Chaves lo
sabe y hará bien en prevenir el consumo de tabaco y en fomentar el
abandono de ese vicio. Lo demás se quedará, probablemente, en agua
de borrajas.
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