El aparcamiento subterráneo de la Plaça Major es uno de los que
registra a diario mayor ocupación y también el que concentra la
mayoría de las críticas por su estado obsoleto y el incumplimiento
de medidas higiénicas, de seguridad y señalización, como ha vuelto
a denunciar esta semana el grupo municipal del PSM.
La actualización de las tarifas, aprobada ayer por el pleno, -la
primera hora o fracción pasa de 120 a 145 pesetas y la segunda hora
o fracción siguiente sube de 80 a 100 pesetas- ha contribuido a
recordar las carencias o deficiencias de esta instalación, algunas
de difícil solución como la falta total de accesibilidad para
personas con minusvalías físicas.
Escaleras sumamente estrechas y ascensores son las únicas vías
para cambiar de planta o acceder a una salida de que dispone este
viejo aparcamiento.
También resulta deficiente la señalización horizontal del
pavimento, que en algunos tramos resulta invisible, lo que
contribuye a despistar al usuario que puede llegar a circular en
dirección contraria a la debida.
El acceso al aparcamiento tampoco resulta fácil. Ahora, por
razón de las obras de remodelación de las galerías comerciales, los
accesos de la Plaça Major son complicados, en especial para
personas de poca movilidad, pero su situación es temporal. El
problema está en el acceso de peatones desde la Rambla, pues los
usuarios se ven obligados a entrar y salir del parking por la misma
rampa de acceso de los vehículos, lo cual resulta, cuando menos,
anormal. Los aseos públicos son escasos, cuestan 25 pesetas y están
muy mal iluminados por una luz roja insuficiente. Los extintores
existen pero su estado no es el idóneo y las salidas de emergencia
están poco señalizadas.
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