Que nadie se lleve a engaño. La crisis que atraviesa el sector no
es nueva, ni ha sido provocada por el Pacte de Progrés. Otra cosa
es que la falta de lluvias y la radicalización de posturas, de uno
y otro lado, haya puesto nervioso a un sector que se va a
manifestar el sábado porque ve cómo su peso dentro de la economía
isleña va disminuyendo progresivamente al mismo ritmo que sus
ingresos.
Todos somos culpables por omisión. La Administración, ésta y la
anterior, por dejar que la agricultura y la ganadería agonicen poco
a poco y el resto de la sociedad, todos incluidos, por no
potenciarla consumiendo productos autóctonos. Es difícil para una
actividad tan sacrificada como ésta competir con el turismo.
Comparar el PIB de ambos sectores sería ridículo y un menosprecio
al trabajo diario de estos profesionales del campo. Porque, no hay
que olvidarlo, la agricultura es más que los productos que
compramos en los mercados. Los payeses con su trabajo conservan y
mantienen el entorno rural.
La causa de la crisis, por tanto, hay que buscarla en el olvido
general y, sobre todo, en los mercados. Los precios de los
productos no evolucionan en relación a los costes. Cobran lo mismo
pero la gasolina, el abono, el personal, entre otros, son más
caros.
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