A una semana de la formación del nuevo Gobierno de la nación, es quizá el momento de hacer una reflexión sobre los nombres y los hombres que rodean al presidente. A nadie se le escapa que el primer Ejecutivo que creó José María Aznar era consecuencia y víctima de las presiones internas de un Partido Popular inseguro que por primera vez se alzaba con la victoria electoral. Ahora, cuatro años después, el presidente se ha convertido en incontestable dentro del PP y ha podido escoger a sus compañeros de viaje con total libertad, formando un Gobierno a su imagen y semejanza que no tiene otra razón de ser sino el deseado y anunciado viraje al centro de un Gabinete salido de un partido de derechas. ¿El porqué de esta decisión? Muy sencillo: asegurarse ante los españoles una imagen alejada de la derecha tradicional, basada en el diálogo y el liberalismo a pesar de la mayoría absoluta, que pueda garantizarle al Partido Popular muchas más legislaturas al frente de la nación. O sea, arrebatarle el ansiado «centro político» a un PSOE de capa caída que no termina de reconstituirse tras el fracaso electoral de hace cuatro años y el abandono del líder indiscutible, Felipe González.
Editorial
Un paso al centro
04/05/00 0:00
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