El uso de microchips unido al conocimiento del genoma humano ha
abierto las puertas a la lucha contra el cáncer y las enfermedades
genéticas en las que está involucrado más de un gen. Así lo expuso
ayer en Palma Javier Benítez, director del Departamento de Genética
del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid.
Benítez participó en el II Curso de Avances en Genética Humana
organizado por el Colegio de Biólogos y la Fundación Banco de
Sangre y Tejidos y que se inauguró con la presencia de la
consellera d'Innovació i Energia, Cori Ramón, y el director
territorial del Insalud, Javier Rodrigo de Santos.
El cáncer, como otras enfermedades cardiovasculares o
neuorológicas, no se debe exclusivamente a la alteración de un gen
sino a diversas alteraciones muchas de las cuales hoy por hoy se
desconocen. «De lo que se trata es de ir perfilando cuales son esos
genes que contribuyen al desarrollo de la enfermedad y la única
posibilidad de abordarlo es estudiando a la vez cientos o miles de
genes. Eso es lo que permiten los microchips», señala. Los
microchips permiten analizar la muestra de las células extraídas de
un tumor para posteriormente ser comparadas, vía ordenador, con los
100.000 genes que forman parte de nuestro organismo, y que acaban
de ser descritos. De esta forma se puede saber cuáles de esos genes
actúan de forma anómala y en función de ello adoptar el tratamiento
farmacológico más oportuno, esto es una medicina a medida.
«Aquí en España se ha dado el primer paso que es la adquisición
de los primeros 40.000 genes por parte de cuatro centros», explicó.
Se espera que en el plazo de cinco años se tenga ya una visión
bastante buena de en un buen número de tumores qué genes
intervienen y son responsables del cáncer. «Un primer paso
fundamental es el conocimiento de qué genes están alterados en un
tumor. No todos los tumores están causados por los mismos genes»,
dijo.
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