Núria tiene apenas tres años y jugaba, pleno Passeig del Born de Palma, con plastilina de diferentes colores. Ella y sus «compis» de la escoleta Ropit se sentían un poco raros en la calle, pero trabajaban afanosamente la pasta, moldeándola y dándole forma. De pronto, llegó otro «compi» a la mesa y se puso a jugar con ellos. Núria lo miró un tanto desconfiada. «¿Quién es ese señor con gafas?», se debió de preguntar.
Ese «señor» era el batle de Palma, Joan Fageda, que se lo pasó en grande cuando fue a visitar «L'escola al carrer», una muestra que ayer y hoy tomará el Born y lo llenará de color, gritos y, sin duda, muchísima alegría.
«Eureka! Per primavera, l'escola al carrer» entra dentro del proyecto «Palma, ciutat educativa». Según comentó el regidor Jordi Llabrés, se trata las escuelas y centros educativos tomen la calle para que el público en general pueda saber qué se cuece en las aulas durante el curso. Centros de educación infantil, primaria, secundaria, educación especial y de adultos tienen su sitio en el centro de Palma. Así, no era difícil ver desde los más peques, haciendo sus manualidades con plastilina, a los mayores, en su mayoría alumnos del módulo «Imatge personal», que tenían una gran clientela ansiosa de ponerse reflejos de colores en el pelo: los escolares que participaban en la muestra y que no mostraban ningún miedo a las cuatro gotas de agua que iban cayendo intermitentemente.
Entre los treinta y un estands que se habían instalado en el céntrico paseo, había diferentes talleres que trataban sobre el descubrimiento. El gusto es uno de los sentidos que primero aprecian los niños: tableros de damas hechos a base de diferentes tipos de pan y damas con un cierto parecido al queso eran los «anzuelos» para que, a los más pequeños, no les pese comerse un bocata de queso. La «Descoberta del color i la matèria» era uno de los más divertidos en los que participaban los más chicos. Unos moldeaban la plastilina y los otros pintaban con diferentes colores unos paneles gigantes utilizando pequeños rodillos y acuarelas. Esa actividad, aunque era exclusivamente apta para pequeños, contó con la colaboración entusiasta del alcalde y del regidor d'Educació.
Pero tal vez los talleres con participación más multicolor eran los que se alternaban en la «Descoberta del so». Después del taller de percusión, vino Carlos con su baile brasileño y, después, los Hermanos Llonovoy y sus increíbles aventuras. El público que se paseaba por el lugar (el Ajuntament calcula que, en dos días, serán cinco mil las personas que vean la muestra) se paraba, boquiabierto, viendo los inventos del equipo Llonovoy o, simplemente, se animaba a mover el esqueleto junto a aquellos renacuajos que llevaban el ritmo endiablado marcado por el bailarín de capoeira.
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