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L o que acaba de ocurrir en la localidad de Son Servera es un claro ejemplo de lo que se debe evitar en democracia. La polémica suscitada por el proyecto de proteger como parque natural la Serra de Llevant es lógica si se tiene en cuenta que hay ciudadanos partidarios de la protección y otros "especialmente los propietarios" que prefieren que la situación se quede como está. Pero una cosa es la polémica "que siempre suele ser enriquecedora" y otra muy distinta la violencia y el insulto.

Está claro que en la zona hay intereses muy fuertes para que el proyecto de parque natural no se lleve a cabo. Los intereses de unos y de otros deben defenderse con idénticas oportunidades, siempre en el seno de la convivencia pacífica, el diálogo y la negociación. Responder a la convocatoria de un pleno por parte del equipo de gobierno de la localidad "del PSOE" como lo hicieron ayer algunos vecinos es simple y llanamente una barbaridad. Y que el alcalde y sus concejales tuvieran que salir escoltados por la Guardia Civil y la Policía Local resulta como mínimo inadmisible.

Es lógico que exista cierta preocupación entre los propietarios de fincas ante el proyecto del Govern, un proyecto todavía poco explicado. La falta de información acerca del tipo de protección que se quiere dar a la Serra de Llevant ha provocado un clima de hostilidad que puede tener consecuencias muy lamentables. El Govern ha actuado con poco sentido político y ha sido incapaz de desactivar una corriente de opinión totalmente adversa a los planteamientos del Ejecutivo, que no ha sabido hacer llegar a los posibles afectados cuáles son sus planes y hasta qué punto pueden repercutir en los derechos e intereses de los propietarios.

Pero la falta de información no puede justificar en modo alguno lo ocurrido ayer, de lo que tan culpables son los que actuaron vandálicamente como los incitadores. Quienes consideren que están amenazados sus derechos tienen al alcance de la mano los mecanismos legales previstos por nuestro ordenamiento jurídico. Utilizar otras vías constituye una afrenta al espíritu de convivencia democrática y una falta de seny impropia en Mallorca.