Trajes andaluces de todos los colores, y caballos de raza española y larga «melena», se pasean airosos mientras el recinto se va llenando de público. Algunas personas se acercan hasta la Feria con la intención de oír misa, y otras para «picar» algún «pescaíto» con un buen vino andaluz. También hay churros, buñuelos, algodón de azúcar y chucherías variadas, de manera que es casi imposible no salir de allí «cenados» y con la sensación de que el fín de semana ha tenido el remate perfecto.
La misa rociera hunde sus raíces en la enorme devoción que los andaluces sienten hacia su «Blanca Paloma», la Virgen del Rocío. A ella dedican su cante y sus canciones, y la llaman «Guapa» con la voz encendida.
El padre Julio González, andaluz, jienense de Torre Don Jimeno, ofició la misa de ayer; y fue el Coro Rociero de Mallorca el encargado de cantarla. «Señor, ten Piedad», el «Gloria», el «Credo Rociero», «Santo» y varios temas de comunión contaron con la particularidad de que fueron cantados en una versión más flamenca y con el tono más elevado. Dieron paso después a la «Salve del Olé», famosa por su «duende», y porque fue el canto que provocó lágrimas de emoción en la infanta Elena tras la ceremonia de su boda en Sevilla "en la Feria muchos andaluces la cantaron y palmearon acompañando al coro".
Asistieron a la misa de ayer algunas personalidades, entre ellas el president Antich y el alcalde Fageda. Todas las miradas se posaron en ellos cuando llegó el momento de «darse la paz»... Y por supuesto, ellos cumplieron con el ritual de darse la mano. Acabada la ceremonia se dirigieron a la caseta del Ajuntament y todo el mundo se dispersó por el recinto de la Feria para recorrer algunas de las casetas en compañía de familiares y amigos.
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