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Esta fotografía, esta imagen de ayer, fue tomada en el hotel Alcina de Palma, donde se hospedaba el personaje de la chaqueta a cuadros de amplias solapas. A su lado, vemos a un jovencísimo Manuel Santolaria Duaso "colega de tareas periodísticas en nuestro diario y en Ultima Hora Radio "que lucía un bien recortado bigotillo imperial.

El personaje al que Sanduaso "en aquella época firmaba sus crónicas uniendo sus dos apellidos" entrevistaba en aquella ocasión tenía algo importante que explicarle. La noticia que ofreció en primicia el ínclito periodista hace ya medio siglo era suculenta. El californiano Wilman B. Menard, corresponsal de guerra en el Pacífico, había llegado a Mallorca con una idea interesante en su cavilante mente acostumbrada a las arriesgadas aventuras. Aquel hombre alto, rubio, de rostro angelical se había instalado en una habitación del hotel antes mencionado para preparar un guión de cine para una historia un tanto tierna a la que había pensado, tras mucho cavilar, darle el nombre de la isla en la que iba a rodarse, Mallorca. Los escenarios de nuestra tierra que por su belleza le cautivaron fueron La Cartuja de Valldemossa y el paraje de Formentor. De todos modos, pensaba recorrer la isla para conocer otros enclaves sugerentes. Wildman deseaba que el papel protagonista del film lo encarnara Walter Pidgeon y que la dirección corriera a cargo de John Fanver. En cuanto a la «partenaire» de Pidgeon tenía claro que debía ser catalana, mallorquina o madrileña. El rodaje estaba previsto que durase tres meses y que el co-productor de aquella potencial película fuese Cesáreo González. Menard lo había calculado todo y todo lo tenía muy claro. Santolaria Duaso se fue a la redacción del periódico con la noticia fresca en sus manos. Se hizo tinta impresa la primicia pero el proyecto no llegó a cuajar. En aquellos tiempos no se vendían fantasías de alcoba con el famoso de turno pero sí proyectos para publicitar la isla.