Como quien dice, me pasé ayer todo el día en la pequeña terminal de vuelos privados esperando que se marchara Sarah Mrs. Paella Ferguson, de lo que damos cuenta en otro lugar del diario.
¿Y quiénes dirán que llegaron de pronto? La selección alemana de fútbol, que abandona Mallorca tras una semana de estancia. ¡Y vaya nivel, eh! El autocar con el que han llegado hasta allí se lo han traído desde Alemania. 22 jugadores que cobran entre los sesenta y ochenta millones al año "de promedio, pues hay quien percibe doscientos" y que te miran con indiferencia; un entrenador que no le quisiera de enemigo para mi peor enemigo, al menos por las apariencias y por cómo movía a su gente, excepto a Mathaus, Oliver Kahn y Hassler, al parecer los capos "en el buen sentido de la palabra" del grupo, a quienes deja a su aire; Sep Mayer, el mejor portero del mundo en su tiempo, portero del Bayer, de la selección, ahora en la selección, supongo que entrenando a los porteros, que, junto con Mathaus, fue el único que saludó. De pronto aparece por el fondo de la pista un reactor de Lufthansa que los pasa a recoger y, al rato, ¡adiós, Mallorca, adiós!
Pues eso no es nada, me comenta Iñaki Oteiza, compañero de la sección de Deportes y sufridor de Melbourne. «Si vieras el nivel de la cadena ZDF... ¿sabes cuántas cámaras utilizó para transmitir el amistoso entre el Mallorca y ellos? ¡20! Dos más de las que utiliza TVE para un Barça-Madrid.
Pues sí, ¡menudo nivel!
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