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R.L. ¿Qué es lo que puede provocar que un conseller d'Agricultura i Pesca presente su dimisión apenas diez meses después de acceder al cargo? Joan Mayol tenía capacidad para enfrentarse a buena parte del sector agrícola de las Islas, (léase la FAGB), hubiera superado el clima de crispación y al final, entre unos y otros, habrían alcanzado una solución al problema. Pero para continuar en el juego tenía que haberse sentido respaldado.

Viernes. La crisis comienza el viernes, tras el Consell de Govern. Aquel día, Mayol presenta unas ayudas para paliar la sequía que, con un presupuesto de 1.700 millones, habían sido pactadas con los agricultores. Todo el mundo entendió, y así se publicó, que el Pacte de Progrés asumía como suyo este proyecto y que el dinero saldría de los presupuestos de la Comunitat. El todavía conseller fue esa noche a un acto en Sant Joan mientras que el también pesemero Pere Sampol acudía a Campos, territorio ganadero y enemigo, para dar unas ayudas del Plan Proalfa.

Sábado. Mayol y Sampol se vieron el sábado, acudieron por la mañana a Montuïri y allí, tras leer la prensa, el primero mostró su desánimo al segundo. Argumentaba que las ayudas anunciadas la víspera sólo eran propuestas para Madrid y que quizás no se había expresado bien en la comparecencia. Acto seguido llamó al presidente de la FAGB, Fernando Dameto, para pedirle disculpas por el malentendido y asegurarle que nunca había pretendido «reventar» la fiesta prevista para esa misma tarde por la federación con una presunta información positiva.
(Nota: Luego el Govern se ha reafirmado en su intención de dar las ayudas y pocos entienden las razones de una matización que nunca debía haber existido).

Al mismo tiempo, el ex conseller estaba molesto porque algunos miembros de su propio partido habían mostrado públicamente el descontento por su gestión y, por contra, ninguno de sus compañeros había salido en su defensa. En aquel instante de preocupación y desmotivación Mayol obtuvo el respaldo de Sampol y dicen que también el del secretario general de su partido, (y por lo visto después, sustituto), Mateu Morro. Semanas antes le habían aconsejado que cambiara su postura, que no se mostrara tan inflexible en las negociaciones con los agricultores y que procurara mejorar las relaciones con algunos de sus directores generales, pero no era el momento de hacer sangre y le pidieron que meditara cuando insinuó que en esos términos de soledad no podía continuar su trabajo.

Domingo. Fue el día de meditación. Sampol se ofreció a sustituirle en la obligada visita a la Fira de Manacor, y Mayol afrontaba, a priori, un día de tranquilidad. La paz se acabó al abrir los diarios. Las primeras páginas golpeaban con la negativa de Dameto a considerarlo un interlocutor válido, sólo Antich valía ya en este caso. El protagonista tuvo la impresión de que le estaban «puenteando» y durante todo el día estuvo esperando a que el president diera un golpe en la mesa y defendiera su gestión y su derecho a afrontar las responsabilidades de su cargo. El gesto no llegó y antes de las siete de la tarde su decisión fue firme e irrevocable. A esa hora llamó a los dirigentes de su partido para notificárselo.

Lunes. A primera hora el vicepresident acudió a la Conselleria d'Agricultura y leyó la carta en la que se explicaban los motivos de la dimisión. Antich recibió su copia un par de horas más tarde, antes de una audiencia con los productores de frutos secos que precedió a la «huida» de Mayol por la puerta trasera del Consolat para no encontrarse con los periodistas. La dimisión tenía que hacerse pública el miércoles por la tarde, tras una junta del PSM. Mientras, el partido tenía que encontrar un sustituto y paliar el efecto de la crisis con un nuevo paladín. Los periodistas empezaron a hacer preguntas y entonces se decidió adelantar la publicidad del hecho al martes, tras la comparecencia de Mayol en el Parlament por el tema del gasóleo. El entonces conseller había trabajado mucho esta intervención y quería darse el gusto, pero tampoco pudo ser. El rumor se extendió y no tuvo más remedio que adelantar acontecimientos. Ya se sabía que Morro, tras la negativa de Ramón Orfila y Sebastián Serra, sería conseller. Mayol comió con sus colaboradores más directos, redactó su despedida, y se marchó en silencio.