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El paro de cuatro horas convocado para ayer por la Asociación de Autónomos del Taxi de Mallorca, integrada en PIMEM, «resultó un éxito» en palabras del presidente de esta asociación, Gabriel Moragues, quien cifró que la protesta fue secundada por el 90% de las 1.240 licencias de taxi de Palma y dijo que en el aeropuerto se concentró medio millar de profesionales. Aseguró que lo de ayer «es sólo un aperitivo del sábado», cuando hay previsto un paro de ocho horas.

Los taxistas reclaman ahora, y así lo comunicaron el lunes a Transports, la obtención de la tarjeta de transportes autonómica, para lo que renunciarían a la nacional «que no nos sirve para nada». Según ellos, con la autonómica el Govern podría regular el sector, en virtud del artículo 10.5 del Estatuto de Autonomía.

Durante la mañana no hubo incidentes reseñables, pero sí momentos tensos en los que la numerosa presencia policial debió actuar. A eso de las 09.30 de la mañana los taxistas concentrados comenzaron a parar a los compañeros que habían decidido trabajar y llegaban al aeropuerto con clientes. Se pedía al pasajero que bajara del taxi y anunciándole que era «el día del cliente» se le invitaba a no pagar la carrera.

Ante ello, la mayor parte de los taxistas afectados, cerca de veinte, reaccionaron con tranquilidad y optaron por volver a la ciudad sin cobrar el servicio. Sólo en dos casos, los taxistas lograron cobrar, una mujer que debió ser escoltada por la policía y un hombre que fue golpeado por compañeros enfadados.

Otra escena tensa tuvo lugar a las 12.00 del mediodía, cuando se dio por acabada la protesta y los taxis se pusieron en cola para cargar. Los turistas, casi todos extranjeros, que necesitaban un taxi para desplazarse a algún rincón de la Isla se pusieron nerviosos, algunos llevaban varias horas esperando, y hubo protestas y gritos.

El resto de la mañana, las cosas marcharon con más o menos tranquilidad, las personas que llegaban a Palma eran recibidas con octavillas explicativas y en su mayoría hacían cola para coger el autobús de la EMT con resignación, incluidos los diputados populares que llegaron de las otras islas.