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A Dolores Muñoz, vecina de Palma, se le puede aplicar aquello de que un día volvió a nacer. El 25 de septiembre de 1944 se cayó desde una escalera, con cuya ayuda pretendía alcanzar un medicamento que tenía en una estantería. El resultado de la caída no fue otro que una doble fractura de cráneo que la tuvo postrada en coma durante 10 días. Tras regresar a este mundo, y con el paso de los días, se encontró con que las cosas no iban a ser como antes debido a las secuelas que deja el coma, sobre todo en lo que hace referencia a la memoria, parte de la cual se ha ido para no regresar. El resto se recupera algo, pero a costa de un gran esfuerzo.

«Al principio no es que no reconiera a las personas más próximas a mí, como mi marido, mis hijos y nietas. Lo que sucedía es que las veía mal, y por eso me costaba. También tenía la sensación de que en según qué posturas estaba al revés, de ahí que cuando permanecía tumbada en la cama, como me veía yo debajo y la cama encima, me agarraba muy fuerte a ésta, pues me entraba la sensación de que me iba a caer».

Dolores, desde entonces, padece depresión crónica. Así, cuando hay algo que no le sale bien, se derrumba. «Y si en esos instantes tratas de animarla "señala su esposo" es todavía peor. Es como cuando discutes con ella, que como no le des la razón le da una lipotimia».

"Lo mejor de todo "dice Dolores" es que lo puedo contar. Y que dentro de lo malo, tengo a mi lado siempre a mi familia, que está pendiente de mí.

Dolores, que antes era una gran devoradora de libros, hoy apenas lee unas líneas ya que se cansa o se distrae, por lo que la lectura ha dejado de interesarle. Igual sucede con la televisión, la oye, pero le cuesta concentrar su atención, salvo en los temas del tiempo, que son los únicos que la atraen.