España está a la cabeza europea en fracaso escolar y Balears
lidera esta triste estadística en el conjunto español. Los datos
son escalofriantes, al menos para quienes creen que una buena
educación es la base para la construcción de una buena persona: en
nuestra rica Comunitat uno de cada tres estudiantes abandona por
falta de éxito, mientras la media española se encuentra en el 26'7%
y la europea en el 22 por ciento. Y además somos la región con
menos estudiantes universitarios por habitante. A la hora de
analizar las causas de este desastre educativo hay que mirar un
poco más allá de las apariencias.
Oficialmente se atribuye este panorama a la escasa tradición
educativa de anteriores generaciones, pero esta explicación no es
del todo aplicable a nuestra realidad, pues mientras en Balears el
30% de los escolares fracasa, en el País Vasco sólo lo hace el 11
por ciento, siendo las generaciones anteriores prácticamente
iguales en uno y otro lugar. Para explicar este fenómeno, quizá
haya que analizar la realidad económica de nuestro archipiélago,
donde la renta per cápita es elevada y donde muchísimas familias
viven de los negocios relacionados con el turismo. Siendo así que
el desempleo es aquí mucho más bajo que en otras zonas de España,
resulta lógico pensar que muchos jóvenes se interesarán poco por
los estudios a sabiendas de que tienen el futuro laboral asegurado
en el negocio familiar o en cualquiera de las empresas que
continuamente aceptan nuevos trabajadores.
Tal vez las razones del caso estén más o menos claras, pero lo
que no sabemos con certeza es qué consecuencias traerá este
fracaso. Una comunidad rica que aspira a mejorar su nivel de vida,
la calidad de sus servicios y, sobre todo, la calidad de sus
ciudadanos, no puede asentarse sobre la base de miles de jóvenes
iletrados, desinteresados por la cultura y el conocimiento y con un
nivel de capacitación intelectual y profesional casi nulo.
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