Madres a la carrera

Se presentaron 125 mamás, y algunas incluso se quitaban al llegar los zapatos de tacón para sustituírlos por las zapatillas deportivas, porque después de la carrera tenían que seguir «corriendo» para llegar al trabajo a tiempo. Otras, «doblemente afortunadas», participaron en dos carreras, una por cada hijo, pues es muy importante saber que «ella corre tanto por mí, y sólo por mí».

Para llegar en buenas condiciones a las pruebas, las madres han tenido que entrenar mucho, y por eso por las tardes algunas quedaban para practicar. Y han sido tan veloces que muchos de los niños se quedaban boquiabiertos, quizá pensando: «¡Cómo es que mi mamá puede correr tanto! ¡Pero si corre más que yo!». Las maestras han procurado en todo momento convencer a los críos de que «lo importante es participar», porque si para ellos lo peor es perder, malísimo es que su madre se sienta triste, y están convencidos de que «si mamá pierde en la carrera se sentirá fatal, peor que si pierdo yo, porque ella es mayor y no sabrá cómo soportarlo». Por eso todos animaban a su madre, y si ésta no había podido asistir, elegían a la madre de su amigo para gritar su nombre. Pero también sabían que sólo las mamás que son profesoras de gimnasia o muy buenas deportistas, podían ganar la carrera, y que las demás iban a correr mucho, pero que lo bueno iba a ser que fueran al colegio a pasar la mañana y a merendar después de la entrega de premios, porque había una tarta de chucherías.