Los miles de ciudadanos de Mallorca que sufren estos días los
continuos cortes de energía eléctrica se están dando cuenta de la
gravísima situación que está atravesando GESA. Una avería en una
subestación, acaecida el pasado jueves, ha provocado la mayor
crisis energética de los últimos años. Tras la avería de Llubí vino
el fallo de dos grupos de es Murterar y ayer cayeron dos grupos de
la central de Sant Joan de Déu, que fue incapaz de soportar la
demanda exigida.
Nadie puede prever lo que va a ocurrir en las próximas horas. En
cualquier momento y en cualquier punto de la Isla, sin preaviso
alguno, se puede ir la luz por espacio de varias horas.
La opinión pública está esperando que los responsables expliquen
la gravedad de la situación y por qué hemos llegado a esta
situación tercermundista. Es obvio que hay que pedir
responsabilidades. A GESA, porque desde que se privatizó, se mueve
por intereses puramente mercantiles y lo que le importa es su
cuenta de resultados, no si está en condiciones técnicas de dar un
adecuado servicio a la población, que no tiene más remedio que
conectarse con la empresa energética. No hay otra opción. Entre
otras cosas, porque sería aconsejable dividir GESA, como se hizo
con TVE, en dos compañías, una de producción y otra de
distribución, y haber permitido romper el monopolio con la llegada
de otras compañías dispuestas a suministrar energía, utilizando la
red que instaló el Estado y que ahora es de una compañía
privada.
Pero hay otros responsables: los políticos. Se han sucedido los
gobiernos en Balears, primero los del PP y ahora el del Pacte de
Progrés, y ninguno se ha atrevido a solucionar el problema de la
energía. Ni Cañellas, ni Soler, ni Matas, ni Antich... Y no será
por falta de estudios técnicos. Lo que falta es decisión política.
¿Hasta cuándo?
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