La historia "increíble" del marroquí incinerado por error en el cementerio de Palma ha tocado a su fin. El juez ha dictado sentencia. Cort deberá pagar una indeminación de dos millones y medio a la familia, más otro medio que deberá abonar el Ministerio de Justicia. A partir de ahí, el bueno de Mohamed Mrabti podrá descansar el paz, quién sabe si junto a Alá a pesar de haber llegado hasta él en puro estado de cenizas. Ayer por la mañana contactamos con el cuñado de incinerado, Hassan Borsina, casado con su hermana, propietario de una pequeña joyería cerca del zoco. Queríamos que nos pusiera en contacto con el padre del finado, su suegro, cosa que no fue posible debido «a que no está aquí».
Nos dijo Hassan que la familia estaba muy indignada con «un hombre de Mallorca, llamado Omar, que sacó a mi suegro más de 300 mil pesetas por trámites que dijo que haría para esclarecer la muerte de Mohamed y que nunca hizo». Hace tres años estuvimos en Tánger. Por entonces entrevistamos al padre de Mrabti, que vivía en un piso muy cerquita de la cahasba. Recuerdo que nos invitó, o mejor, nos obligó a comer un couscoús riquisimo y que no paro de hablar de su hijo, sin entender por qué le habían incinerado. Tampoco tuvo buenas palabras para el susodicho Omar quien, según él, se aprovechó de su buena voluntad sacándole un dinero «que nunca más volveré a ver». En una segunda visita que hicimos a Tánger un año después, visitamos a Hassan en su tienda donde, casualmente, se encontraba su suegro. Insistían en reclamar justicia, en que se esclareciera aquel asunto.
La penúltima noticia que tuve de él fue este invierno, cuando un día me citaron en el juzgado a declarar. Ayer conocí "conocimos" el fallo, del cual me alegro. Esos tres millones de pesetas les vendrán muy bien a esa familia, que, según comentó el cuñado no pasan por un buen momento económico.
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