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El conflicto de los taxis de Palma ha alcanzado una cotas de gravedad que obligan a los profesionales del taxi a una seria reflexión. Las cosas han ido ya demasiado lejos y se impone recuperar la cordura. Los ciudadanos de Palma y los turistas que nos visitan están pagando las consecuencias de un conflicto cuyas posibles consecuencias económicas se han magnificado. Primero fueron los paros en protesta por el decreto estatal que permite a los de la Part Forana cargar pasajeros en Son Sant Joan previo contrato. Ayer y hoy, paros ilegales por la detención de tres taxistas en el aeropuerto, paros sin ni siquiera unos servicios mínimos consensuados con las administraciones que, por otra parte, han tenido, especialmente el Ajuntament de Palma, una actuación lamentable. El alcalde de Palma estuvo mal aconsejado cuando dio apoyo a los huelguistas, olvidando que el Ajuntament debe velar para que los ciudadanos reciban un adecuado servicio de taxi. Con huelgas el servicio no puede ser peor. Ha habido, por parte de Cort, excesiva permisividad con un sector que, de un tiempo a esta parte, ha radicalizado peligrosamente sus posturas. Las leyes están para ser cumplidas, aunque no gusten. Y si se propugna su reforma, debe ser utilizando procedimiento legales, nunca las coacciones. Mientras esté vigente este polémico decreto, los taxis de la Part Forana tienen todo el derecho a cargar clientes previo contrato en Son Sant Joan, que es el aeropuerto de toda Mallorca. Y las fuerzas de seguridad deben protegerlos. Si ha habido alguna extralimitación policial, se debe esclarecer por vía judicial, pero si ha sido correcta su intervención, los únicos responsables son los que han fomentado la crispación. El sector del taxi debe recuperar el seny . La actitud violenta de unos pocos no puede contaminar a un sector que siempre ha dado pruebas de civismo y escrupuloso cumplimiento de sus obligaciones. Así ha sido siempre y así debe seguir.