La Isla de la Calma ha dejado de serlo. O eso al menos es lo que
pretende la banda terrorista ETA al incluir nuestro Archipiélago en
el mapa de sus objetivos asesinos y mafiosos. Todos conocíamos el
clima de terror en el que vive desde hace años el empresariado
vasco y navarro, que ha optado en numerosas ocasiones "amenazados
con secuestros y atentados contra sus intereses económicos y
familiares" por cerrar las puertas de sus negocios e instalarse en
otras zonas del país donde pudieran desarrollar con mayor
tranquilidad su actividad empresarial.
Pero ahora parece que a ETA no le basta. Puede que se trate
solamente de un farol, de un golpe de mano para llamar la atención,
del mismo modo que días atrás colocó una bomba en un barrio
elegante de Getxo. Quieren asustarnos. Y para ello, además de la
pólvora y el ruido, utilizan la amenaza, el miedo. Una oleada de
cartas de extorsión han llegado a manos de innumerables empresarios
de toda España, dedicados a negocios relacionados con el turismo y
el ocio. Entre ellos hay mallorquines y las autoridades ya se han
puesto en alerta.
La delegada del Gobierno, Catalina Cirer, asegura que Balears no
es una zona de riesgo, pero no olvidemos que fue aquí precisamente
donde se preparaba un atentando contra el Rey. Por tanto, toda
precaución es poca. La banda terrorista demuestra una vez más que
la política, la utopía y los planes para su supuesta patria le
importan bien poco. Son una organización mafiosa y, como tal, debe
mantenerse a flote a través de actividades criminales como son el
asesinato, el secuestro, la extorsión. De ello depende su
supervivencia, el pago a sus sicarios, la compra de armamento y el
entrenamiento de nuevos integrantes y por ello los demás, los que
estamos del lado de la democracia y la libertad debemos unirnos y
denunciarles sin titubeos, sin miedo.
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