Playa, sol, buen tiempo, turistas y más turistas... Llegó el verano y con él las vacaciones. ¿Vacaciones? Para muchos de los habitantes de las Islas esta palabra pierde su significado completo en esta época del año. Para ellos, la playa, el buen tiempo y sobre todo los turistas se convierten en una pesadilla; es la vuelta al tan poco anhelado trabajo. Son empleados de temporada, «currantes de verano», que pasan toda la época estival pendientes de las necesidades de los millones de visitantes extranjeros y nacionales que invaden nuestras playas con un único propósito: disfrutar de sus personales vacaciones.
Es, sin duda, una contradicción. Mientras que unos se tuestan en la playa, untados de ese aceite gelatinoso llamado bronceador y bebiéndose una refrescante cervecita, otros se acaloran bajo una diminuta sombrilla, o en un local falto de aire acondicionado, esperando ansiadamente el fin de la jornada laboral para darse una buena ducha y desconectar de ese sofocante ambiente. En todas las zonas turísticas podemos observar a profesionales del calor, acostumbrados a soportar elevadas temperaturas.
Sería el caso de los socorristas, cuya misión es prevenir a la gente de los peligros que pueden originarse en las playas, tanto en el agua como en la arena, y atenderlos en los diversos accidentes que sufran. Quince son los profesionales de salvación que pasean por la Playa de Palma, como si se tratara de uno de esos «vigilantes de la playa» salidos de la famosa serie norteamericana que ha invadido todas las televisiones españolas desde hace ya algunos años. Aunque a nuestros autóctonos socorristas no les gusta que se les compare con David Haselhoff o con Pamela Anderson, ya que según ellos la serie ha originado una opinión pública no del todo verdadera.
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